Por: Francisco Campos, Cronista Visual de la Historia Contemporánea de El Salvador www.francicscocampos.net
Coloqué la maleta sobre un escritorio cuando se escuchó la explosión seguida de un retumbo y la tierra comenzó a bailar. Por instinto, tomé la maleta de nuevo. En un primer momento, pensé que nos habían puesto una bomba; los atentados estaban a la orden del día en aquellos años. Abrí la puerta de acero de unos 10 centímetros de grosor (por lo de los atentados) y salí a la calle.
Eran las 11:50 de la mañana y un fuerte terremoto de 7.5 grados había sacudido San Salvador. Estaba afuera de La Radio Sonora en La Colonia Médica, a donde trabajaba como reportero. También era fotógrafo de El Diario El Mundo y, desde el 1 de octubre, era el fotógrafo asistente de la Agencia Francesa de Prensa (AFP).
Monté mi moto Vespa de 90 cc y comencé a hacer una gira por la ciudad devastada por el sismo. Llegué al centro de la ciudad y me encontré frente a los restos del Edificio Rubén Darío; las cinco plantas solo eran un montón de escombros, cascotes, humo, polvo y hierros retorcidos. Se escuchaban los gritos de auxilio y el ulular de las sirenas por todas partes. Subí a lo alto de lo que alguna vez fue la quinta planta y vi a los atrapados. Tomé un par de fotos, les prometí buscar ayuda y regresé sobre mis pasos para buscar otras imágenes de la catástrofe. Había muertos y heridos por todos lados. En San Jacinto, solo en la escuela Santa Catalina, había 42 niñas muertas, sepultadas por las paredes de bahareque a la hora en que esperaban a sus padres para regresar a casa. Muchas viviendas de La Colonia Santa Marta quedaron sepultadas en cuestión de segundos.
Terremoto laboral

A media tarde, me encontré con Iván Montesinos, el corresponsal de la AFP en El Salvador. Le entregué unos rollos y él se dirigió al Aeropuerto Internacional El Salvador, donde convenció a los de TACA-Rapidito para que le llevaran una docena de rollos a la oficina de Honduras con claras indicaciones de revelar y transmitir a la central de la AFP. Eso nos dio la oportunidad de ir con más de 24 horas de adelanto de las otras agencias mundiales radicadas en El Salvador, AP y REUTER, cuyos fotógrafos se debatían entre entrar a trabajar o no al Hotel Camino Real, además de que no había electricidad ni agua para los revelados. Los corresponsales, entre ellos Montesinos, viajaron a Guatemala al día siguiente para transmitir fotografías.
Aquel terremoto fue mi prueba de fuego en la AFP. Pasamos muchos días reportando y transmitiendo fotos de las historias después de la catástrefe, historias humanas que contaban la tragedia de un pueblo que, además, sufría los efectos de un conflicto armado que ya llevaba seis largos años con miles de muertos y desaparecidos. El terremoto destruyó la capital y sus alrededores. “La cifra de muertos fue de 3500 y 200.000 damnificados y 20 000 heridos, según el historiador Thomas Anderson, en su libro Politics of Central America, 1988. También hubo muchos edificios destruidos y 288 679 casas totalmente destruidas y 108 226 casas resultaron dañadas; el terremoto destruyó el 80% de la ciudad”.
En medio de todo el trabajo fotográfico, busqué a Los Comandos de Salvamento para que fueran a auxiliar a los atrapados en el Edificio Rubén Darío. Hasta hacía seis meses, las oficinas de La Sonora habían estado en aquella quinta planta. Después de un traslado apresurado ordenado por don Roberto Castañeda, el propietario, desalojamos el lugar que seguramente hubiera sido nuestra tumba.
Llegaron a la AFP enviados especiales, editores que revelaban, imprimían, despachaban y empaquetaban los negativos con destino a Francia. Estas son las pocas imágenes que rescaté de aquella catástrofe. (ver galería)