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CECOT: La prisión de máxima seguridad en El Salvador donde nadie sale

El CECOT, la fortaleza inexpugnable de El Salvador, alberga a miles de pandilleros en un régimen de confinamiento total, simbolizando la guerra contra el crimen organizado.

El CECOT, la prisión de máxima seguridad en El Salvador, simboliza la lucha contra las pandillas con su diseño inexpugnable y régimen de confinamiento total. Foto: Casa Presidencial, archivo
El CECOT, la prisión de máxima seguridad en El Salvador, simboliza la lucha contra las pandillas con su diseño inexpugnable y régimen de confinamiento total. Foto: Casa Presidencial, archivo
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Por Juan Jose Lopez |

En el departamento de San Vicente se encuentra el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), la prisión de máxima seguridad más grande de América Latina. Diseñada para ser inexpugnable, esta fortaleza alberga a miles de pandilleros capturados bajo el régimen de excepción. Con capacidad para 40,000 reclusos, el CECOT simboliza la guerra contra las pandillas del presidente Nayib Bukele.

La estructura del CECOT está diseñada para disuadir cualquier intento de fuga. Muros imponentes, múltiples anillos de seguridad, torres de vigilancia y alambre de púas coronan el complejo. Ubicado en una zona remota, el centro penitenciario está lejos de cualquier asentamiento urbano, reforzando su aislamiento y seguridad.

Un régimen de confinamiento total

El CECOT, la prisión de máxima seguridad en El Salvador, simboliza la lucha contra las pandillas con su diseño inexpugnable y régimen de confinamiento total. Foto: Casa Presidencial, archivo
El CECOT, la prisión de máxima seguridad en El Salvador, simboliza la lucha contra las pandillas con su diseño inexpugnable y régimen de confinamiento total. Foto: Casa Presidencial, archivo

Dentro del CECOT, los reclusos viven bajo un estricto régimen de control y privación. Las 256 celdas carecen de ventanas al exterior, eliminando cualquier vista más allá de los pasillos internos. No se permiten visitas conyugales ni familiares, llamadas telefónicas ni acceso a dispositivos electrónicos. La vigilancia es constante, con cientos de cámaras monitoreando cada movimiento.

La seguridad del CECOT es impecable y sin concesiones. Unidades élite de la policía y el ejército patrullan el perímetro y el interior de la prisión. Las estrictas rutinas y la segregación de los reclusos están diseñadas para desmantelar cualquier jerarquía pandilleril. Para el gobierno, el CECOT es una declaración de que la era del control de las pandillas ha terminado.

El centro no es solo una prisión, sino un símbolo de la lucha contra el crimen organizado. La narrativa oficial es clara: una vez que un pandillero entra al CECOT, su influencia se desvanece. La prisión representa el final del camino para aquellos que aterrorizaron al país, cortando cualquier conexión con el mundo exterior.

La existencia del centro refuerza la política de mano dura del gobierno salvadoreño. Con su diseño y régimen de confinamiento, la prisión envía un mensaje contundente: es la cárcel de la que, intencionadamente, nadie sale.

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Juan Jose Lopez

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