El presidente Nayib Bukele reaccionó de manera sutil y estratégica a un análisis que lo coronó como el líder político con mayor dominio en las redes sociales de toda América Latina.
Un reciente informe de Latinometrics lo posicionó como el “rey indiscutido de las redes sociales” en la región, destacando su capacidad para superar a figuras de países más poblados en plataformas como X, Instagram, TikTok y YouTube, todo medido bajo métricas per cápita.
Su dominio se atribuye a su alta aprobación interna, su estilo de comunicación sin intermediarios institucionales y la proyección de resultados concretos, especialmente en la transformación de la seguridad pública del país.
Sin embargo, el mandatario salvadoreño no aceptó el título de “rey de redes” sin antes añadir una precisión que remite directamente a su autodenominación histórica. Citando el hilo que lo elogiaba, Bukele respondió con un mensaje cargado de ironía y referencia intelectual:
“¿Rey? ¿Quieres decir rey filósofo, verdad?”.
La corrección es un guiño a su propia biografía en X, donde desde hace años se identifica como “Philosopher King“.
El liderazgo digital del rey filósofo, Nayib Bukele
La respuesta de Nayib Bukele va más allá de un simple juego de palabras y conecta directamente con la filosofía política clásica.
La figura del rey filósofo procede de La República de Platón, donde se postula al gobernante ideal como aquel que fusiona el poder político con una profunda sabiduría y conocimiento del Bien.
Este concepto, según la obra platónica, implica que solo los individuos con el más riguroso entrenamiento filosófico están aptos para ejercer la autoridad con virtud y justicia.
La autodenominación de rey filósofo en un contexto republicano como El Salvador es una elección retórica que le permite al presidente evitar las connotaciones de autoritarismo tradicional mientras legitima su liderazgo como uno de carácter visionario y transformador.
Al rechazar la simple etiqueta de “rey de redes” por un título de mayor peso intelectual, Bukele se postula en un nivel de excelencia que ningún líder convencional podría alcanzar. En este sentido, la respuesta no es un gesto de falsa humildad, sino una elevación de su rol ante la opinión pública.
El tuit en el que hizo la sutil corrección acumuló rápidamente miles de interacciones y comentarios que iban desde emojis de coronas hasta frases de apoyo que reforzaron su imagen.
En un continente donde la política se maneja cada vez más a través de los algoritmos y la comunicación directa, Bukele no solo ejerce un dominio indiscutido en las plataformas digitales, sino que también elige la narrativa precisa para consolidar su figura.
Su manejo de la comunicación confirma que el dominio en las redes sociales es solo una herramienta para un líder que, al menos en su discurso, aspira a un título de mayor trascendencia, jugando con la metáfora del rey filósofo para moldear la percepción de su gobierno.
