La Selecta vivió una noche de profundo dolor emocional al caer 0-3 frente a Panamá el 18 de noviembre en el estadio Rommel Fernández. Los jugadores abandonaron el terreno entre lágrimas, hombros caídos y camisetas cubriendo sus rostros, en imágenes que se viralizaron rápidamente en redes sociales. Cuentas como @alertanoti, @soyanoticias, @elsalvadorcom y @diariolatino_sv capturaron el instante: abrazos prolongados del cuerpo técnico y futbolistas destrozados, incapaces de contener el llanto mientras los panameños celebraban.
Panamá dominó con claridad desde el inicio. José Fajardo abrió el marcador al minuto 15 tras un error en la salida salvadoreña, mientras que Adalberto Carrasquilla sentenció con un golazo de tiro libre al 38’. El tercer tanto, nuevamente de Fajardo al 67’, llegó en medio de la desesperación cuscatleca, que nunca logró reaccionar. El equipo terminó con 28% de posesión, ningún tiro al arco y una defensa desbordada, reflejando la peor actuación en una hexagonal final.
Seis derrotas consecutivas y un balance histórico negativo
El balance de El Salvador en esta eliminatoria fue devastador: cero puntos, cero goles y seis derrotas en igual número de partidos. Las estadísticas no solo muestran una crisis deportiva, sino también una falta de ideas en el campo, donde la presión de Panamá expuso las debilidades tácticas y emocionales de un equipo que nunca encontró su ritmo. La afición, por su parte, expresó en redes sociales “dolor”, “vergüenza” y “fracaso histórico”, cuestionando el futuro del fútbol salvadoreño.
En la rueda de prensa postpartido, el director técnico Hernán “Bolillo” Gómez apareció solo, sin su cuerpo técnico, y con un rostro que reflejaba cansancio y derrota. Sus palabras fueron contundentes: «Vine porque es mi obligación, porque es compromiso». No hubo excusas ni promesas; solo resignación, como si el peso de la eliminación y las críticas hubieran agotado hasta su última energía. Este momento marcó el fin definitivo de su ciclo al frente de la selección, dejando más dudas que certezas sobre el rumbo del equipo.
Las redes sociales explotaron con mensajes de frustración. Los seguidores de La Selecta no solo lamentaron la derrota, sino la falta de garra y reacción ante un rival que los superó en todos los aspectos. Frases como «esto duele más que el marcador» o «no hay excusa para tanta impotencia» se repitieron, mientras las imágenes de los jugadores llorando en el campo se convertían en símbolo de una generación que no pudo con la presión.
Con este resultado, El Salvador no solo quedó eliminado, sino que cerró un capítulo oscuro en su historia futbolística. La Federación Salvadoreña de Fútbol (FESFUT) enfrenta ahora el reto de reconstruir un proyecto desde cero, con una afición desilusionada y una plantilla que deberá renovarse física y mentalmente. El 0-3 ante Panamá no fue solo una derrota; fue el epílogo de un fracaso colectivo que dolerá por mucho tiempo.