La República de El Salvador y Costa Rica han formalizado un acuerdo bilateral de seguridad y desarrollo con la firma de la Declaración de Coatepeque, que establece la Alianza Escudo de las Américas.
Este compromiso estratégico busca una coordinación operativa para enfrentar amenazas compartidas de larga data, enfocándose principalmente en la criminalidad transnacional que afecta a la región.
“Con la Declaración de Coatepeque y la creación de la Alianza del Escudo de las Américas, vamos a demostrar que se pueden dar resultados concretos y específicos a los problemas que la gente tiene en su día a día, principalmente en la seguridad”, expresó el presidente Nayib Bukele.
El acto solemne, que se registra como un hito de cooperación, reafirma la voluntad conjunta de ambos países para generar resultados concretos en problemas cotidianos que impactan a sus poblaciones.
La base de esta alianza radica en el reconocimiento de que el crimen opera y se financia a través de las fronteras, motivo por el cual es necesaria una respuesta coordinada. El enfoque inicial es la lucha contra estructuras criminales transnacionales, incluyendo el narcotráfico, el crimen organizado, el tráfico de armas, la trata de personas y el lavado de dinero.
“Espero que la semilla de la Alianza del Escudo de las Américas germine, que se unan muchos más países y que algún día en nuestro hemisferio todos puedan tener una vida en paz”, dijo por su parte el presidente de Costa Rica.
La experiencia salvadoreña como pilar de la Alianza Escudo de las Américas
El Salvador ha puesto a disposición su experiencia y métodos en el combate a la criminalidad, el desmantelamiento de estructuras delictivas, el manejo de sistemas penitenciarios y la implementación de reformas de ley necesarias para erradicar el crimen. La Alianza Escudo de las Américas reconoce explícitamente el vínculo esencial entre seguridad y desarrollo, buscando la construcción conjunta de estabilidad y progreso en la región.
Según el memorándum del acuerdo, los compromisos operativos específicos incluyen la cooperación operativa y bilateral, el intercambio de información, y la creación de equipos conjuntos. Estas acciones buscan establecer estrategias y control para resolver rápida y decisivamente el flagelo de la delincuencia. Además, la alianza contempla impulsar compromisos relativos al desarrollo, la conectividad y la innovación.
Un principio fundamental en la implementación de las estrategias es el respeto irrestricto a la soberanía nacional de cada país, garantizando la autonomía de cada nación para tomar sus propias decisiones. El apoyo salvadoreño es ofrecido bajo la premisa de que Costa Rica aplicará las “recetas” que considere convenientes para su realidad nacional, la cual es vista como diferente a la realidad experimentada por El Salvador.
La coordinación inicial entre El Salvador y Costa Rica está abierta a la futura expansión, permitiendo que otros países de Latinoamérica se sumen a la estrategia con el tiempo, siempre y cuando compartan la misma visión de acabar con la criminalidad transnacional que afecta a la región.