En el marco de las celebraciones del 204 aniversario de la independencia centroamericana, ayer, 15 de septiembre, la Fuerza Naval de Honduras izó el pabellón nacional en la Isla Conejo, un pequeño islote de 50 hectáreas en el Golfo de Fonseca.
Este acto, descrito en redes sociales oficiales como un gesto de “orgullo patrio” y “amor eterno a la patria”, reafirma la soberanía hondureña sobre un territorio históricamente disputado con El Salvador.
Sin embargo, más allá del simbolismo patriótico, el evento envía un mensaje claro: Honduras busca consolidar su presencia en el golfo no como una provocación, sino como un llamado a la paz y la unidad regional, respetando el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de 1992.
Isla Conejo, un territorio con historia compleja
La Isla Conejo, ubicada a menos de 300 metros de la costa hondureña en el municipio de Alianza (Valle), es más que un peñón rocoso sin población permanente. Su posición estratégica en el Golfo de Fonseca, compartido por Honduras, El Salvador y Nicaragua, la convierte en un punto clave para el control marítimo y proyectos económicos como puertos o el canal seco interoceánico propuesto por Honduras.
Desde la era colonial, el golfo ha sido un foco de tensiones, pero el diferendo por Conejo se intensificó en el siglo XX.
Tras la Guerra del Fútbol de 1969 entre Honduras y El Salvador, que dejó unos 3,000 muertos y agudizó disputas territoriales, la soberanía sobre las islas del golfo se convirtió en un tema candente.
El Salvador reclamaba Conejo como parte de su jurisdicción histórica, basándose en documentos del siglo XIX, mientras Honduras la consideraba una extensión natural de su costa.
La CIJ resolvió el conflicto en 1992, otorgando a Honduras el control de una franja de 3 millas náuticas que incluye Conejo, aunque El Salvador ha sostenido que la isla no fue explícitamente mencionada en el fallo, dejando espacio para interpretaciones divergentes.
Momentos de tensión han marcado las últimas décadas.
- En 1982, Honduras instaló un destacamento militar permanente en la isla, lo que El Salvador calificó como “ocupación ilegal”.
- En 2013, candidatos presidenciales hondureños, incluido Juan Orlando Hernández, izaron la bandera en vísperas de elecciones, generando protestas diplomáticas salvadoreñas.
- En 2021, un acto cultural en Conejo desató un cruce de declaraciones entre presidentes, aunque sin escalada militar.
Estos episodios reflejan cómo actos patrióticos en la isla han sido, en ocasiones, interpretados como maniobras políticas para avivar el nacionalismo.
Un gesto patriótico con tono conciliador
El izado de la bandera de ayer en la Isla Conejo, realizado en el marco de las fiestas patrias, se presenta como una tradición anual que Honduras lleva a cabo desde 1979, reforzada por la presencia naval desde 1982. Sin embargo, el contexto actual sugiere un enfoque más diplomático.
Bajo la presidencia de Xiomara Castro, Honduras ha priorizado la integración centroamericana, como se refleja en su participación en el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) y acuerdos como el CA-4.
La ausencia de reacciones inmediatas de El Salvador —al menos hasta hoy, según búsquedas en web y X— indica que el acto no ha sido percibido como una afrenta directa.
El mensaje compartido por la Fuerza Naval en redes sociales, destacando “204 años de independencia, soberanía y amor eterno a la patria”, se alinea con el espíritu festivo del mes patrio, iniciado el 1 de septiembre.
A diferencia de años anteriores, donde izados similares coincidieron con campañas electorales o tensiones bilaterales, en 2025 no hay indicios de militarización adicional ni retórica agresiva. Esto sugiere que Honduras busca proyectar una imagen de firmeza soberana sin cruzar la línea hacia la provocación.