París, 10 de septiembre de 2025 — Francia vive una jornada de tensiones extremas este miércoles, con miles de manifestantes en las calles de las principales ciudades en rechazo a las medidas de austeridad impulsadas por el gobierno de Emmanuel Macron. Bajo el lema “Bloquons tout” (Bloqueemos todo), el movimiento ciudadano, respaldado por sindicatos y partidos de izquierda, ha generado enfrentamientos con la policía y disrupciones en todo el territorio nacional. Esto ocurre en un contexto de crisis política tras la reciente dimisión del primer ministro François Bayrou.
Las protestas responden a los recortes presupuestarios anunciados para 2026, valorados en 44.000 millones de euros, que afectan sectores clave como salud, educación y pensiones. Según el Ministerio del Interior, al menos 175.000 personas participan en más de 800 acciones, incluyendo manifestaciones y bloqueos en ciudades como París, Marsella, Toulouse, Rennes y Nantes. En la capital, las concentraciones en lugares emblemáticos como Place de la République y Châtelet-Les Halles han derivado en intentos de paralizar el transporte, con barricadas improvisadas y quema de contenedores.
Enfrentamientos y disrupciones en todo el país
Los choques con las fuerzas de seguridad han sido inevitables: manifestantes han lanzado proyectiles y incendiado vehículos, incluyendo un autobús en Rennes. La policía ha respondido con gases lacrimógenos, cañones de agua y cargas antidisturbios. Hasta el momento, se reportan al menos 100 incidentes violentos, con disrupciones en aeropuertos como los de Marsella y Niza, y 100 escuelas afectadas por bloqueos.
El despliegue de 80.000 agentes —6.000 solo en París— ha contenido en gran medida el desorden, pero la tensión persiste, evocando los disturbios de los “chalecos amarillos” de 2018. Hasta ahora, se han registrado 473 detenciones en todo el país, principalmente por obstrucción y daños. El ministro del Interior, Bruno Retailleau, ha calificado la situación como un “clima de insurrección” orquestado por la “extrema izquierda”, mientras el nuevo primer ministro, Sébastien Lecornu, promete reformas profundas sin ceder a las presiones.
Un punto de inflexión en la estabilidad del gobierno
Aunque no se ha logrado una parálisis total del país —el TGV y el metro de París operan con relativa normalidad—, las protestas marcan un punto de inflexión en la estabilidad del gobierno de Macron. Esto ocurre en medio de una economía estancada y crecientes demandas sociales. El déficit público francés, que alcanza un 5.8% del PIB, es el detonante de esta ola de indignación, que podría intensificarse con una huelga general prevista para el 18 de septiembre.
Fuentes oficiales y medios internacionales monitorean la evolución, advirtiendo de posibles escaladas si no hay concesiones por parte del gobierno.