Un delivery de servicios por aplicación en Iztapalapa, México, demostró una valentía excepcional al enfrentar a dos asaltantes que intentaron robarlo, logrando ahuyentarlos gracias a su determinación y a la torpeza de los delincuentes. El incidente, captado en video y viralizado en redes sociales, muestra cómo la falta de estrategia de los criminales y la resistencia del trabajador evitaron el robo, aunque también evidencia los graves riesgos que enfrentan los repartidores en su día a día.
El video revela a dos hombres acercándose al repartidor mientras realizaba una entrega en su motocicleta. Los asaltantes, aparentemente armados, actuaron de manera desorganizada, derribando la motocicleta y obstaculizando su propio escape. En lugar de ceder, el repartidor respondió con patadas y movimientos defensivos, sorprendiendo a los delincuentes, quienes huyeron sin lograr su objetivo. Este suceso, ocurrido en una zona conocida por su alta criminalidad, destaca cómo la torpeza de los asaltantes puede favorecer a las víctimas.
La escena también refleja la indiferencia de los transeúntes, quienes, a pesar de presenciar el incidente, no intervinieron para ayudar. Esta falta de acción subraya un problema social más amplio: el temor o la apatía que impide a los ciudadanos actuar en situaciones de peligro, perpetuando un sentido de impunidad entre los delincuentes.
Los riesgos cotidianos de los delivery
Los trabajadores de delivery enfrentan peligros constantes, desde operar en zonas de alto riesgo hasta trabajar en horarios vulnerables, como noches o madrugadas. Según estudios recientes, esta ocupación se encuentra entre las más peligrosas, con un aumento significativo en robos y agresiones. La falta de protección y entrenamiento adecuado agrava su vulnerabilidad, dejando a muchos repartidores desprotegidos ante amenazas.
El caso de Iztapalapa resalta la necesidad de soluciones integrales, como entrenamiento en defensa personal, sistemas de alerta en tiempo real y colaboración con autoridades locales. Además, es crucial fomentar una cultura de ciudadanía activa, donde los testigos se sientan capacitados para reportar crímenes sin poner en riesgo su seguridad.
Mientras la torpeza de los asaltantes evitó un robo en esta ocasión, los riesgos para los repartidores persisten. Abordar estos desafíos requiere un enfoque multifacético que combine tecnología, educación y participación comunitaria para garantizar condiciones laborales más seguras.