El concierto de Guns N’ Roses del pasado sábado 4 de octubre de 2025 en el Estadio Jorge “Mágico” González de San Salvador, que reunió a miles de fanáticos en una noche épica de rock con clásicos como Welcome to the Jungle, Sweet Child O’ Mine y November Rain, no estuvo exento de momentos bochornosos fuera del escenario. Uno de los incidentes más comentados en redes y reportes locales fue el de una mujer en evidente estado de ebriedad que agredió físicamente a un agente de la Policía Nacional Civil (PNC) en el exterior del estadio, justo al finalizar el show alrededor de las 11:00 p.m.
Según el testimonio de una ciudadana que presenció los hechos y compartió detalles en redes sociales, la mujer, acompañada por una amiga que no intervino de manera efectiva, comenzó a actuar de forma errática. La amiga hizo señales a los presentes alertando sobre el comportamiento inestable de su compañera, pero no la abandonó ni la controló en ningún momento. La agresora, sin ser identificada públicamente, abofeteó al agente policial en medio de un desorden que atrajo la atención de decenas de espectadores saliendo del concierto.
Del concierto de Guns N’ Roses al hospital
Los agentes de la PNC demostraron una paciencia extrema, según relatos de testigos. Incluso cuando llegaron familiares de la mujer al lugar, ella continuó con las agresiones verbales y físicas hacia el oficial, quien mantuvo la compostura sin responder con fuerza. “Los policías fueron extremadamente pacientes, pero ni con los familiares que llegaron al lugar la mujer dejó de agredir al agente”, relató la denunciante, enfatizando la falta de respeto a la autoridad en un contexto de euforia post-concierto.
La situación escaló hasta que la mujer colapsó físicamente, posiblemente por el exceso de alcohol y fatiga. A pesar del caos que generó —incluyendo preocupación entre los espectadores por la seguridad general—, fue trasladada de inmediato a un hospital cercano para atención médica. Extraoficialmente, se ha mencionado que la involucrada padece problemas mentales preexistentes, lo que agravó el episodio al combinarse con el consumo de bebidas embriagantes y la ausencia de un acompañamiento adecuado. Este detalle ha generado debates en foros locales sobre la necesidad de mayor control en eventos masivos y apoyo para personas vulnerables en contextos de ocio nocturno.
El incidente resalta los desafíos de seguridad en conciertos de esta magnitud, donde la PNC desplegó un operativo reforzado para manejar la salida de unos 30,000 asistentes. Aunque no se reportaron detenciones formales, el episodio sirvió como recordatorio de la importancia de la responsabilidad personal y colectiva en espacios públicos.