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Nacional

Guatemalteco critica baños del estadio Cuscatlán y divide a la afición: ¿quién lo apoya?

Periodista guatemalteco critica los baños del estadio Cuscatlán. La afición salvadoreña le da la razón.

Periodista guatemalteco critica los baños del Cuscatlán. La afición salvadoreña le da la razón. Mira las fotos. Captura de pantalla.
Periodista guatemalteco critica los baños del Cuscatlán. La afición salvadoreña le da la razón. Mira las fotos. Captura de pantalla.
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Por Juan Jose Lopez |

El reciente partido de eliminatorias mundialistas entre El Salvador y Guatemala, jugado el 15 de octubre de 2025 en el Estadio Cuscatlán, no solo dejó un empate en la cancha, sino también un debate en redes sociales sobre el estado de las instalaciones.

Javier Del Cid Meyer (@JavierDelCid), periodista guatemalteco especializado en fútbol centroamericano, se convirtió en el centro de la conversación al cuestionar públicamente las condiciones de los servicios sanitarios y la venta de alimentos en el coloso salvadoreño.

La crítica al estadio Cuscatlán

Tras cubrir el encuentro como invitado, Del Cid Meyer compartió su experiencia en X, acompañando su publicación con imágenes explícitas de los baños: sanitarios obstruidos, paredes sucias y acumulación de basura visible.

El texto exacto de su post principal rezaba: “¿Qué les parecen los baños del Estadio Cuscatlán? No es por criticar, pero esto no puede ser normal en un estadio que se vende como el más grande de Centroamérica. #ElSalvadorVsGuatemala #Eliminatorias”.

En una actualización posterior, amplió su observación a las áreas de concesión: “Y ni hablemos de la comida: $6 por un hot dog frío y una soda tibia. Improvisado y caro, cuando se espera más higiene en un venue así”.

Estas palabras, respaldadas por fotos de grifos rotos y puestos de venta con aparente falta de limpieza, acumularon más de 5,000 interacciones en horas, desatando un torrente de opiniones.

No es ataque sino crítica

En esencia, Del Cid Meyer no buscaba atacar, sino resaltar un problema recurrente: el deterioro en zonas no visibles del estadio Cuscatlán, como baños con olores insoportables y ventas de alimentos que parecen improvisadas, con precios elevados para una calidad cuestionable.

Su tono fue constructivo, enmarcado en la rivalidad amistosa entre vecinos centroamericanos, y enfatizó que el Cuscatlán, inaugurado en 1976 y con capacidad para 53,000 espectadores, merece estándares a la altura de su fama.

Esta denuncia llegó en un momento sensible, post-partido, cuando la euforia futbolera se mezclaba con la realidad cotidiana de las instalaciones, recordando quejas previas de aficionados sobre mantenimiento deficiente tras remodelaciones parciales en 2015 y 2023.

Las reacciones: la mayoría le da la razón

La publicación de Del Cid Meyer no pasó desapercibida y generó un debate polarizado en X, con más de 42 respuestas directas y miles de vistas en republicaciones.

Según el análisis de las interacciones, alrededor del 55-60% de los comentarios le dieron la razón, coincidiendo en que el estadio necesita mejoras urgentes en higiene y mantenimiento. Usuarios salvadoreños y guatemaltecos destacaron frases como “Verdad, los baños son un desastre desde hace años” o “Gracias por decirlo, vecino chapín; es hora de invertir”, validando la crítica como un llamado necesario y honesto.

Otros, en un 25-30%, admitieron los fallos pero los minimizaron, comentando cosas como “Sí, necesita arreglo, pero el ambiente del partido fue épico”. Solo un 10-15% optó por contracríticas nacionalistas, como “Vino a perder y ahora critica”, aunque estos fueron aislados y no escalaron.

En general, el respaldo mayoritario transformó la denuncia en un catalizador positivo, con hashtags como #RemodelaCuscatlan ganando tracción y presiones a autoridades deportivas para actuar.

En la mira de la afición y medios locales

El estadio Cuscatlán no es ajeno a escrutinios similares. A lo largo de sus casi 50 años, ha enfrentado críticas constantes por su envejecimiento, pese a intentos de actualización.

En 2023, una estampida fatal en los accesos durante un clásico de liga dejó 12 fallecidos y decenas de heridos, lo que expuso fallos en la gestión de boletos y seguridad, generando un debate nacional sobre la obsolescencia de las entradas y el control de multitudes.

Meses después, en marzo de ese año, la afición cuestionó el estado post-pandemia del césped y la iluminación, con publicaciones en redes que contrastaban fotos de parches irregulares y sombras irregulares, exigiendo un “levantón” integral que solo avanzó de forma gradual.

Otro pico de controversia surgió en 2021, durante la reapertura con protocolos covid, cuando hinchas denunciaron en foros y transmisiones el incumplimiento de distanciamiento social en sectores abarrotados, lo que avivó temores de contagios y críticas a la logística.

Más atrás, en los años 90 y principios de los 2000, eventos no deportivos como shows de motocross dañaron irreversiblemente el drenaje y la grama, llevando a quejas recurrentes sobre un campo “pesado” que afectaba el juego, especialmente en eliminatorias.

En 2022, la falta de un buen engramillado durante lluvias intensas volvió a ponerlo en el radar, con aficionados y analistas locales lamentando que “el coloso ya no impresiona” más allá de su atmósfera histórica.

Estos episodios, documentados en coberturas diarias, han convertido al estadio en un símbolo de orgullo nacional, pero también de urgencia por modernización.

Nuevo estadio nacional, la solución esperada

Frente a estas carencias, surge una alternativa prometedora: el nuevo Estadio Nacional en Antiguo Cuscatlán, donado por la República Popular China como gesto de cooperación bilateral desde 2018.

Ubicado en los terrenos de la antigua Escuela Militar Capitán General Gerardo Barrios, el proyecto —anunciado en 2021 con una inversión de 100 millones de dólares— avanza a buen ritmo y se espera inaugurar en 2027.

Con capacidad inicial para 50,000 espectadores (ampliable a 60,000), incorporará tecnologías modernas como sistemas de riego automatizado, iluminación LED de alta lux y accesos inteligentes para evitar aglomeraciones.

Su diseño, inspirado en una “gota de agua” fusionada con olas del Pacífico, simboliza la identidad salvadoreña y busca resolver no solo los problemas de higiene y mantenimiento del Cuscatlán, sino también carencias en el circuito de estadios del país, como drenajes deficientes y gramas irregulares en venues alternos como el Mágico González.

Autoridades deportivas lo ven como un referente regional, que posicionará a El Salvador en el mapa latinoamericano del fútbol y eventos culturales, aliviando la presión sobre instalaciones obsoletas y fomentando el desarrollo de la Selecta.

Mientras tanto, la crítica de Del Cid Meyer resuena como un llamado oportuno a acelerar estas mejoras, recordando que un estadio no solo alberga goles, sino dignidad para su afición.

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Juan Jose Lopez

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