La industria del espectáculo en México se encuentra inmersa en un intenso debate ético tras la difusión de imágenes alteradas digitalmente de la joven cantante Lucerito Mijares, quien ha sido víctima de la Inteligencia Artificial (IA) usada con fines maliciosos.
Estas fotografías manipuladas, que alteraban su aspecto físico, fueron rápidamente asociadas al programa de radio de la reconocida periodista Maxine Woodside, lo que detonó una oleada de indignación pública.
El incidente ha reavivado la discusión sobre el body shaming en los medios y la responsabilidad de los comunicadores ante la proliferación de contenido falso generado por la IA, centrando la furia contra Maxine Woodside.
El uso indebido de la tecnología, específicamente la IA para crear imágenes que ridiculizan o alteran la apariencia de una figura pública, ha generado una condena unánime.
Al viralizarse las supuestas fotos de Lucerito Mijares, los seguidores de la artista y diversos personajes del medio reaccionaron con severidad, señalando la crueldad del acto y la falta de tacto editorial al replicar el material.
Este episodio recalca la vulnerabilidad de las celebridades ante las herramientas digitales modernas y el impacto que tienen los contenidos no verificados en su vida personal y profesional.
La IA y la ética periodística tras las fotos de Lucerito Mijares
La rápida propagación de las fotos de Lucerito Mijares llevó a cuestionar el rigor con el que ciertos programas de espectáculos manejan la información y el material gráfico. Aunque la propia cantante ha demostrado entereza frente al constante escrutinio mediático, la utilización de imágenes falsas creadas por IA cruzó una línea de respeto que la audiencia no perdonó.
El señalamiento se dirigió inmediatamente a Woodside, cuyo espacio presuntamente reprodujo el contenido o comentarios derivados de él, convirtiendo la situación en un escándalo de gran magnitud.
La polémica no solo gira en torno a las imágenes alteradas, sino en la permisividad de algunos programas para dar cabida a la burla o el señalamiento estético. El caso de las fotos de Lucerito Mijares es un claro ejemplo de cómo la falta de curaduría de contenidos y la prisa por la primicia pueden dañar la reputación de los medios y de las personas.