Un giro inesperado sacudió el caso de Marcos Jeanpier Pérez León, un hombre de 35 años que lleva seis años tras las rejas, condenado a cadena perpetua por un crimen que siempre negó haber cometido. Lo que parecía un caso cerrado se transformó en un drama judicial cuando su supuesta víctima, Araceli Moya, ahora con 18 años, rompió su silencio y reveló una verdad escalofriante: el verdadero agresor sería su padrastro, José González Yuen.
Todo comenzó en agosto de 2020, cuando Araceli, entonces de 13 años, denunció que Pérez León y otro hombre la habían interceptado tras hacer compras en un mercado de Chimbote. Sin embargo, desde su celda en el penal de Cambio Puente, Marcos ha insistido en su inocencia con desesperación: “¿Con qué pruebas me condenaron? Nunca la vi, nunca supe de ella”. Sus palabras, antes ignoradas, ahora resuenan con fuerza tras la confesión de la joven.
Araceli confesó que su padrastro la amenazó: “Si no denunciabas a Marcos, atentaría contra tu vida y la de tu madre”. Bajo esa presión, la menor inventó una historia que envió a un inocente a prisión. “Vivo con esta culpa desde los 13 años”, admitió, mientras señalaba a González Yuen como el autor de los abusos que sufrió desde los 9 años.
La víctima de Un sistema que falló
El caso expone las grietas de un sistema judicial que condenó a un hombre sin pruebas sólidas, mientras el verdadero culpable seguía en libertad. Pérez León, enterrado en vida por una sentencia injusta, ahora ve una luz de esperanza. “No puedo vivir sabiendo que un inocente está preso”, declaró Araceli, cuya confesión podría reabrir el proceso.
Mientras las autoridades evalúan las nuevas declaraciones, la pregunta sigue en el aire: ¿cuántos inocentes más están tras las rejas por errores judiciales? Este caso, que parece sacado de una novela de suspenso, exige respuestas.