Hernán Darío “Bolillo” Gómez, el experimentado timonel colombiano que asumió las riendas de la Selección de El Salvador con la promesa de revivir glorias pasadas, se convirtió en el epicentro de la tormenta emocional tras la derrota 0-1 ante Panamá en el estadio Cuscatlán, un resultado que dejó a La Selecta con las manos vacías en casa y el sueño mundialista colgando de un hilo.
Visiblemente frustrado, con el rostro marcado por el peso de las decisiones arbitrales que empañaron el duelo eliminatorio rumbo a Qatar 2026, Bolillo Gómez no escatimó en su dura observación al canadiense Drew Fischer: “No entiendo algunas decisiones arbitrales”, soltó en rueda de prensa, aludiendo directamente a la anulación de un gol legítimo por una supuesta falta mínima, un penal no pitado por mano en el área panameña y un fuera de juego dudoso en el solitario tanto de José Fajardo al minuto 55, que catapultó a los xanaleros al segundo lugar del Grupo A con 5 puntos, empatados con Surinam —que igualó 1-1 ante Guatemala— y dejando a El Salvador en el tercero con solo tres unidades, a cuatro días de un duelo definitorio ante los chapines.
Bolillo Gómez: Dios y el Diablo
“La experiencia me dicta que en el fútbol sos Dios si ganás y Diablo si perdés”, reflexionó el Bolillo con su característica sabiduría callejera, reconociendo el golpe pero sin rendirse: “Aún estamos vivos. Mañana comenzaremos a armar el equipo para el próximo partido. No se pierde la fuerza, no se pierde la fe, hay que seguir. Esto está muy apretado, con rivales muy fuertes”, insistió, subrayando la resiliencia de un plantel que, pese a las controversias —un penal anulado a Panamá por simulación al 28′ y las tácticas panameñas de faltas acumuladas para forzar tarjetas y bajar el ritmo—, mostró garra ante miles de almas rugientes en las gradas.
Bolillo Gómez, quien ya había elogiado a Panamá como “la mejor selección de Centroamérica” en la previa, cargó contra la fortuna y el VAR: “Panamá no volvió a atacar más, se conformó”, criticando cómo los visitantes, astutos y aguerridos, jugaron al límite desde el suelo para frenar el ímpetu local, en un clásico centroamericano que revivió rencores y dejó un sabor agridulce.
En X, el arbitraje se volvió viral con hashtags como #ConcacafLadrona y posts furiosos tildando a Fischer de “vergonzoso”, mientras la prensa internacional —desde AS USA, que cuestionó el “arbitraje infame” que empañó el espectáculo, hasta VAVEL y Olé, que resaltaron el “histórico triunfo panameño” rompiendo el invicto cuscatleco— coincide en que el Bolillo tiene razón: el grupo es una zona asesina donde cada punto sangra.
¿Se apaga el sueño para El Salvador? Ni de lejos, advierte Bolillo Gómez: “Nosotros seguimos con fe y vamos a seguir trabajando para meternos en la pelea. Yo no me siento eliminado. Si ganamos el martes todavía tenemos oportunidades”, con visitas pendientes a Surinam y Panamá en noviembre que podrían revivir la ilusión de pisar Norteamérica 2026 por primera vez desde 1982. Bajo la batuta del Bolillo, La Selecta no tira la toalla: con garra, análisis y ese equilibrio defensivo que él predica —“Construir desde atrás, con solidez”—, el personaje principal de esta epopeya centroamericana jura remontada.
