En plena vigencia de las Leyes de Núremberg, que prohibían los matrimonios entre alemanes y “no arios”, el Barón Wilhelm von Hundelhausen —cónsul alemán, líder nazi en El Salvador y gerente del Banco Hipotecario salvadoreño— obtuvo una exención personal de Adolf Hitler para casarse con la salvadoreña Olga Mendoza Pohl el 20 de noviembre de 1939.
Este caso, revelado por The New York Times, no fue un gesto romántico, sino una decisión geopolítica: el Reich priorizó el control económico y la influencia ideológica en Centroamérica sobre su dogma racial.
Un agente clave de Hitler en El Salvador
Hundelhausen no era un diplomático común. Además de representar al Tercer Reich, era:
- “Führer” del Partido Nacionalsocialista en El Salvador, con poder para difundir la ideología nazi.
- Gerente del Banco Hipotecario (BH), institución estatal que financiaba el café —el motor económico del país— y cuya gestión beneficiaba directamente a empresas alemanas.
- Aliado estratégico del general Maximiliano Hernández Martínez, dictador salvadoreño que admiraba a Hitler y Mussolini, y que incluso rechazó a 50 judíos refugiados en 1939, obligándolos a regresar a Europa.
Su matrimonio con Mendoza Pohl —técnicamente una unión “prohibida” según las leyes raciales nazis— requirió una aprobación directa de Hitler, demostrando que el régimen estaba dispuesto a flexibilizar sus principios si el beneficio estratégico lo justificaba. La burocracia nazi clasificaba a los latinoamericanos como “no arios”, pero la utilidad de Hundelhausen como puente financiero e ideológico en la región pesó más que la pureza racial.
El fin de la influencia nazi en Centroamérica
La alianza entre Martínez y el Eje se desmoronó tras el ataque a Pearl Harbor (1941). Bajo presión de EE.UU., El Salvador declaró la guerra a Alemania, e Hundelhausen fue detenido y deportado en 1942, como parte de la operación estadounidense para neutralizar agentes enemigos en el continente.
Contraste moral en la diplomacia salvadoreña Mientras Hundelhausen impulsaba el fascismo, otro funcionario —el coronel José Arturo Castellanos— salvaba vidas: como cónsul en Ginebra, emitió pasaportes falsos a 40,000 judíos, burlando la persecución nazi.
Este episodio revela cómo el nazismo adaptó sus reglas cuando convenía, y cómo El Salvador —entre la admiración por el Eje y la sumisión a Washington— se convirtió en un escenario clave de la guerra ideológica global.
In 1939, the German consul in El Salvador got Adolf Hitler's personal OK to marry a Salvadoran woman, dodging Germany's ban on 'non-Aryan' unions. pic.twitter.com/Em8XsMKmYh
— Salvadoran Pride (@SalvadoranPride) September 29, 2025