El fútbol salvadoreño arde en polémica y orgullo patriótico al mismo tiempo. Tras el bochornoso episodio de insultos de racismo contra la selección de Surinam en el Estadio Cuscatlán, durante la derrota 1-2 en las eliminatorias al Mundial 2026, Yamil Bukele, hermano del presidente Nayib Bukele y figura clave en el deporte nacional, no se ha quedado callado.
En un tuit, declaró: “Ante Panamá y Guatemala, vamos a apoyar con TODAS nuestras energías a nuestra Selecta y a respetar a nuestros rivales. Como Gobierno de El Salvador, a través del @indeselsalvador, estamos en contra del racismo y la homofobia en el deporte y hacemos el llamado enfático a toda la afición a que nos sumemos a esta iniciativa de las autoridades del fútbol nacional e internacional”.
El contexto es demoledor: el pasado 8 de septiembre, en pleno Cuscatlán abarrotado, la afición cuscatleca desató una tormenta de xenofobia. El técnico de Surinam, Stanley Menzo, y el defensor Shaquille Pinas no ocultaron su furia post-partido.
Racismo, la nota amarga
“Nos gritaron ‘negros’ y ‘monos’. Estoy enojado, esto es ofensivo”, estalló Pinas, mientras Menzo cuestionaba directamente: “¿Por qué tus fans les gritan ‘negro’ a mis jugadores?”.
Un video viral captó a los surinameses respondiendo con gestos a la tribuna, avivando el fuego de una noche que pasó de ilusión a vergüenza global.
La FIFA no tardó en reaccionar: abrió un procedimiento disciplinario contra la FESFUT por “comportamientos impropios”, con posibles sanciones que van desde multas millonarias hasta jugar a puerta cerrada los próximos duelos en octubre contra Panamá (10) y Guatemala (14), ahora en el Mágico González.
Esto podría hipotecar el sueño mundialista de la Selecta de “Bolillo” Gómez, que tras ganar a Guatemala en la primera fecha, vio cómo Surinam –con goles de Balker y Klas– les robó los puntos y la dignidad.
Pero Bukele entra al quite con un mensaje picante y directo: no más excusas, la pasión no justifica el odio. El Gobierno, vía Indes, se alinea con la “tolerancia cero” de FIFA y Concacaf, recordando que El Salvador aspira a ser sede de orgullo, no de escándalos por racismo.