En la reciente Conferencia Mundial sobre Clima y Salud 2025 en Brasil, el director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), doctor Jarbas Barbosa, emitió una grave advertencia: la región de las Américas enfrenta una intensificación de las amenazas climáticas para la salud. El año 2024 fue el más cálido registrado desde 1900, y eventos extremos como olas de calor, incendios forestales e inundaciones están cobrando un alto precio en la población.
Barbosa destacó que las olas de calor son la amenaza climática más letal, responsable de un número significativo de muertes. La situación se agrava con el aumento de los desastres naturales, que no solo causan pérdidas humanas, sino que también destruyen infraestructuras críticas, como hospitales y centros de salud, comprometiendo la atención médica. Esta problemática pone a la salud y la equidad en el centro de la agenda climática, especialmente en una región tan vulnerable a los efectos del calentamiento global.
Las principales amenazas climáticas en la región
El informe de la OPS detalló las principales amenazas y sus impactos. Las olas de calor, consideradas las más mortales, han causado un número significativo de muertes en la región. Los incendios forestales han afectado a 70.000 personas en países como Bolivia, Brasil, Canadá y Chile, mientras que las inundaciones impactaron a 5 millones de personas, con eventos catastróficos en el sur de Brasil. Las sequías han provocado inseguridad alimentaria y malnutrición en 1,2 millones de personas en Brasil y Colombia, y los huracanes dañaron más de 200 instalaciones de salud en el Caribe, América Central y América del Norte.
Además, el director de la OPS alertó sobre el aumento de enfermedades sensibles al clima, mencionando un récord de 13 millones de casos de dengue en 2024. Para mitigar estos efectos, la OPS recomienda fortalecer los sistemas de salud, crear planes de seguridad hídrica resilientes al clima y garantizar el acceso equitativo a la salud. Estas medidas son cruciales para proteger a la población y asegurar que los sistemas de salud puedan responder eficazmente a los desafíos planteados por el cambio climático.